jueves, 16 de diciembre de 2021

LOS PODERES FÁCTICOS DE LAS VIEJAS CULIÁS, Y SU POSIBILIDAD DE REELECCIÓN ILIMITADA

 Yo soy un convencido de que en este país no reina ni la UDI y su conservadurismo, ni RN y su liberalismo mágico, ni el PPD y su, cualquiera sea la guevá que entrega el PPD, ni el PC y su visión romántica premodernista, ni ningún gil que se de el arduo trabajo de gastar millones y muchos más de esos, que tampoco son suyos, pero que obviamente deberá pagar en cómodas cuotas de tres leyes por mandato. Ninguno de estos reina, ni gobierna -o como usted quiera llamarlo-, porque en el Chile de hoy, y desde que el parlamentarismo terminó en septiembre del 24’, reina la vieja culiá.


Indomable, por más que se intente razonar largas horas, con la tele prendida -evidentemente en Sábado Gigante-; inconmensurable, porque su sillón de tela y madera posee un sinfín de flores en todos los posibles tonos cafés del universo, sillón que más que un sitial del descanso de la nalga es un trono desde donde el golpe del bastón en las canillas no es más que una ley recién promulgada y que su incongruencia constante, en que puede pasar en cosa de segundos de decir amén en misa a emitir un comentario racista, antisemita, homofóbico, intolerante y perspicaz. 


La vieja culiá es por definición una matriarca, o por lo menos actúa como si lo fuera. Todos los domingos enciende la tele en el mega, trece o cualquier canal que tenga la misa a las nueve, porque aunque duerme solamente cuatro horas y las pepas las tiene abiertas desde las cinco, la raja le pesa más que el cuerpo de paz de la ONU y no puede ir a misa si no la llevan, pero a la hora de tratar de vagos a los niños que andan en skate en la plaza es la primera. En cualquier defecto, si los niños tienen los monitos en la mañana, no dudará en encender la radio a todo volumen, pero la misa la escucha igual, aunque durante la transmisión se le escuche decir “mierda” quince veces más que “amén”. Aunque los niños quieran ser niños y  no quieran tomarse la leche con grumos que le preparó. Aunque el vecino sea nochero y solo quiera descansar. 


Pero esta señora, que le grita a la Mafalda (o como se llame la llorona de la telenovela de turno) más que a su marido y no es capaz de darse cuenta que la Mafalda no le hablará de vuelta porque en realidad es una tele (y la Mafalda no existe). A esta señora no debemos tomarla por peso mosca, no señoras, señores, señoritas o señoritos. Esta señora, viva representación de la palabra “ignorancia” no es sola dueña de las críticas a las decisiones de los miembros de su familia. La vieja culiá es dueña de tu país.


Si.


Tal cual.


El tuyo. Y del país del lado también. 


Porque cuando llega la hora de tirar la línea vertical con el lápiz mina no se equivoca, no falla y no falta. Y tú, amiguito mio, pequeño querubín, que naciste con la bolsa de pan congelado del Lider bajo el brazo, si. Tú faltarás cien veces, fallarás ciento cincuenta y te equivocarás doscientos treinta y siete, y las tres veces que irás a votar te serán suficientes para llenarte la boca de tu pastel de choclo de discurso sobre cumplir con tu deber cívico. Y ella, la muy desgraciada, se quedará calladita como núnca en todo el resto del año con su lápiz mina se orinará en todo atisbo de moral moderna que te quede. 


Porque ella es dueña del voto, porque si bien no es mayoría a la hora de ir al estadio nacional a mirar la teletón (nada más que por los artistas entre  comillas), sí es la mayoría a la hora de ir a votar. Y ojo, la vieja culiá no ve la franja, no lee las propuestas y no escucha a los candidatos, porque según ella “son todos mañosos”, ella vota por el que tiene la sonrisa más grande y el que en los titulares de las noticias de la tele abierta grita más fuerte sobre acabar con la delincuencia, porque aunque nunca haya visto a otro morir de hambre, cree firmemente que el que roba por necesidad o ignorancia es altamente más peligroso que el poderoso que empuja a la sociedad de un país entero a la miseria moral, espiritual, legal, social. Pero a una plenitud económica. 


Vieja culiá.

Vieja conchasumadre.


Aunque ella no tiene la culpa, así que perdóname, porque tú simplemente eres más vivaracha que todos nosotros juntos. Somos nosotros los giles. Los imbéciles que no somos capaces de mover la nalga izquierda, porque la tenemos dormida, e ir a votar. Porque preferimos patear la piedra en el facebook que salir a la calle. O también, porque preferimos andar webiando en la calle, como si fuéramos una gran fuerza llena de poder, a meter un séptimo de las yemas de dos dedos para dejar el mísero papelito que termina escribiendo los libros que nuestras hijas y nuestros hijos leerán en cuarto básico, cuando comiencen a darse cuenta de las cagás que sus papás hicieron.


Por flojera.


Necesito un trago.


miércoles, 17 de octubre de 2012

Habitáculo de Emergencia


Sobre la elaboración de un diseño que se adapte a las condiciones de escasez, en la construcción del habitar en lo mínimo, existen patrones que dan luces del cómo se vive en un lugar establecido como “de emergencia”, aún cuando la durabilidad se extienda por 10 años o más (el caso de Chile, en donde la vivienda de emergencia es permanente), en donde la falta de ciertos mínimos que van más allá de encontrarse en un interior o bajo un techo se hacen necesarios para dar la diferencia entre tener “dormitorio” y “habitar un lugar”. Con un disponible de $2.500.000 para un caso genérico a utilizarse en las regiones centrales del país, la cubícula debe adecuarse a cada lugar en que fuera dispuesta y mantener rasgos que la mantengan como obra de Arquitectura, aún en su pequeñez, y con la disposición mínima de materiales.

El caso específico, y como términos de referencia cuenta con disponibilidad mínima de 4 personas y máxima de 6, Dispuestos en 3 dormitorios, un baño y una cocina. El proyecto está pensado para recibir personas de la tercera edad para lo cual deberá contar con facilidades en el acceso y lugares aptos para la movilidad facilitada o disminución de la misma. Las puertas de la vivienda son consideradas en la dualidad de ser “puerta/ventana” 




En base al acto se proponen dos módulos desfasados, unidos entre sí por una terraza que la cruza de lado a lado, armando una suerte de recorrido del llegar en la cual la luz (en la unión de los módulos, que es también la cocina) aparece como umbral de la dicotomía interior/exterior, en que los dormitorios y el baño son el reflejo de lo íntimo que se tiene en una casa y los espacios comunes (cocina, comedor) pertenecen al interior exteriorizado que la virtud muestra. En la mayor luz de la forma está el norte, guiado por el acceso, con escalones amplios y de baja altura para facilitar el ingreso/egreso de personas de tercera edad, en las que frente la dificultad de la diferencia de altura que la vivienda toma al arraigarse, muestra un modo menos dificultoso y parte aún de lo que es una proposición formal. Trae a la terraza lo íntimo, ampliado con la ubicación de una mesa/suelo en la que siendo parte de la estructura, da el gesto de la reunión en la extensión de su intimidad en el afuera. Hace el lugar parte de la casa, el cobijo ante la lluvia antes previsto y en la limpieza de la mesa misma, una red que capta las aguas y las deposita para posterior uso de regadío. La techumbre pretende contener también a la mesa (de la lluvia) aun cuando no le quita la condición exterior en que la vivienda trae el horizonte a ella.


Lo que se propone es utilizar estas faltas para, en el acceder, exteriorizar el interior (y viceversa). En la plenitud del actuar arquitectónico el lugar trae a la obra, pero en este caso de anormalidad, y por la condición genérica de la proposición, es necesario que la forma salga a buscar al lugar. Ante la inquietud de la falta de espacio propio, ante el hacinamiento, es el afuera lo que regala intimidad. 

En las viviendas y proyectos regulares es el lugar el que da cuenta de la forma, el lugar consolida la forma construida, haciéndola parte evidente de toda forma de habitar una obra de arquitectura; por el contrario en este anteproyecto de carácter genérico es la obra la que debe salir a buscar al lugar. Ser capaz de apropiarse de cualquier espacio en que se ubique, haciéndola accesible y conectada inclusive con la pendiente. Lo que se intenta es volver al habitante a ese duelo interior/exterior, haciéndolo sutil, en el que con los muebles siendo parte de la forma (mueble/inmueble) se da la posibilidad de tener el pudor de lo íntimo pero a la vez tener el afuera presente aun estando en su interior. El acto “Acceder volcado al horizonte” muestra cómo circular interconecta dos terrazas en el adentro haciendo una sutil apertura de luz que al habitante lo deja sumido en un horizonte estando en el interior de la vivienda.

La cocina comparte parte en el afuera y adentro de la casa, en el que incluso se puede cocinar desde la terraza cuando el tiempo lo permite, mas, si no es apto con cerrar una ventana batiente se vuelve a tener la cocina en el interior. El ritmo del acceder se hace más lento, volcando luego al habitante hacia uno de los dos frentes por los que se puede transitar, siempre con el horizonte a cuestas. Como la vivienda considera a la tercera edad, haciendo su acceso más pausado para su facilidad del acceder, los dormitorios abiertos dan la posibilidad de estar todos conectados, en el que además durante el día amplia el espacio útil en el interior y permite tener a la vista a quien vive ahí, en la noche o cuando se quiera individualidad, con muros
corredizos se puede tener.